La plebeya era inherentemente lujuriosa y coqueta. Fue al bosque a buscar jóvenes eruditos que se dirigían a la capital para tomar exámenes. A menudo solicitaba a esos chicos, pero esta vez fracasó y por casualidad se encontró con un gran violador. Él la llevó a casa para tener relaciones sexuales. Era exactamente lo que ella quería, así que aceptó.